martes, 25 de mayo de 2010

V. Alimentos y raciones.

Dentro de la vida en las embarcaciones era necesario un abastecimiento suficiente para cubrir las raciones que serían repartidas entre la tripulación; así, los aprovisionamientos o matalotaje los adquiría el proveedor, libres de almojarifazgo y otros derechos aduanales, eran entregados a los maestres de raciones de los barcos. La tarea de los estos maestres consistía en administrar las provisiones durante los viajes y al final de éstos estaban obligados de hacer un inventario general de lo consumido y los remanentes.

Los alimentos que formaban la dieta principal de los viajeros marinos eran por lo general agua, vino, bizcocho ordinario, bizcocho blanco para el general y el almirante, res, pescado salpreso, puerco salpreso, habas y frijoles, arroz, queso, aceite, vinagre, ajos, cebolla, sal, canela, clavo, mostaza, perejil, pimienta y azafrán, además de otros aprovisionamientos como la pólvora y el plomo. Por otra parte, los estudios realizados por distintos investigadores han llegado a la conclusión que existía una marcada ausencia de frutas, verduras, por esta razón existían enfermedades comunes de la gente que se hacía a la mar, como el escorbuto por ejemplo, por la falta de la ingesta de vitamina C.

La manera de distribuir los alimentos entre la tripulación consistía en administrar las calorías consumidas, de acuerdo con minuciosas investigaciones se puede concluir que la ingesta diaria tenía un aproximado de 3,638 calorías diarias por persona (1).

Los utensilios que servían para cocinar los alimentos eran vasijas de cobre, cántaros, ollas, sartenes,, aceiteras y jeringas. Ésos eran utilizados también para preparar los alimentos, de tal manera que pudieran preservarse por más de un mes.

Estos eran los productos que salían en las embarcaciones desde el puerto de Sevilla, pero como ya vimos desde el principio de este escrito, el intercambio surgía al llegar al Nuevo Mundo, así, compararemos mínimamente la retroalimentación que existió entre los pobladores de América y los tripulantes llegados de Europa occidental, los cuales se llevaban a su regreso oro, plata y algodón, pigmentos y tintes de caracol, tabaco y cacao; productos de recolección como la miel y la cera; hierbas medicinales; y materias primas procesadas como cueros de venado, cuentas de coral o de conchas, esmeraldas, orfebrería, mantas tejidas, hamacas, redes y flechas. También productos elaborados por los pobladores originarios como son canastos, petates, alpargatas y jícaras pintadas. [2]



1 José Luis Martínez, "Pasajeros de Indias. Viajes trasatlánticos en el siglo XVI",FCE, México, D.F. 1999, p. 67

2 Eugenia Ibarra R, “Intercambio, política y sociedad en el siglo XVI. Historia indígena de Panamá, Costa Rica y Nicaragua” en, http://www.doaks.org/publications/doaks_online_publications/Ibarra.pdf, consultada el 12 de mayo de 2010.

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