martes, 25 de mayo de 2010

I. Vamos trazado los caminos en la mar: Tipos de navegación

Es preciso resaltar que la aventura de incursionar en los mares fue una empresa titánica, no obstante, esto no sucedió de manera espontánea antes bien, es el resultado de un proceso en el que estuvieron implícitos conocimientos recopilados a través de los años y largas horas de observación. Esta forma de conducir hacia el conocimiento la curiosidad y el deseo de saber, permitieron las primeras expediciones en los mares que circundan Europa, Asia y África, esta rama de la navegación es conocida como "cabotaje"; la cual se encarga de recorrer los mares reconociendo los cabos, puertos y ríos, ubicando la distancia entre ellos y el derrotero que van trazando, así como el conocimiento de las mareas y las profundidades a que se está navegando. Por otro lado las realizadas posteriormente a través del Atlántico se denominaron como el arte de "la gran navegación"; esto es, tener todos los conocimientos anteriores, además del dominio de otros instrumentos de medición más complejos, así como el conocimiento para la aplicación de la Astronomía y la Cosmografía, "la navegación de altura, en el sentido más restringido de este término, era del dominio exclusivo de un grupo selecto y relativamente reducido de técnicos, a quienes su oficio llevaba a atravesar los grandes océanos"(1)

Para hacer un viaje trasatlántico desde España hacia el nuevo continente había que empezar por acercarnos al puente que unía Europa Occidental con éste ambicioso objetivo, el punto de partida era Sevilla, de esta manera habría es necesario destacar que el mérito de esta titánica tarea no consistió en haber realizado un primer viaje atravesando el inconmensurable Océano Atlántico, sino en continuar con los viajes hasta el Nuevo Mundo, para así, mantener la relación entre lo que había por descubrir y lo que estaba por ser transformado en el pensamiento europeo. A estos viajes se les conoció con el nombre de “Carrera de Indias”. No obstante, habrá que considerar que el término Océano debemos entenderlo en plural, ya que los intereses que lo circundaban eran dos, por un lado el ámbito comercial estuvo presente y por otro el político –de esta manera se comprende que estos viajes fueran pagados tanto con fondos de la corona, como con dinero de comerciantes dispuestos a invertir en estas empresas. Así, "el originario derrotero cruzaba el Cantábrico, el Canal de la Mancha y el Mar del Norte, y el que discurría desde Andalucía al Caribe por las Canarias hacia el nuevo continente"[2], de esta forma podemos decir que existió un interés por conquistar el derrotero de las especias que, junto con las expediciones de exploración jugaron un papel crucial en la historia del mundo; sin embargo, siguiendo el planteamiento de Julio Rey Pastor[3] la incursión en los mares estuvo ligada también por una fuerte apetencia en el conocimiento de “¿qué hay más allá?” y yo considero el "¿cómo llegar allá?", esa sed que embarga al hombre de fascinación por observar, descubrir y reflexionar acerca de otras posibilidades que nos ayuden a comprender mejor nuestra realidad. Gran parte de las modificaciones a las técnicas de navegación y al diseño de los barcos tuvieron su origen en la observación de los hombres de mar mientras viajaban, ellos disponían mucho de su tiempo a la observación y el desarrollo de nuevas ideas. Por otro lado, esta necesidad de encontrar nuevas rutas, empujó a los hombres del medioevo a superar aquellos puntos ciegos -el miedo a las zonas desconocidas-, permitiéndoles lograr la conquista de los mares por medio de la utilización de la ciencia en la técnica (estos términos los ampliaremos más adelante, y reconsideraremos su significado de acuerdo con la época histórica en que nos estamos ubicando en este trabajo de indagación)



(1) J. H. Parry, "La época de los descubrimientos geográficos. 1450-1620", Guadarrama, Madrid, 1964, p. 124

[2] Magdalena de Pazzis Pi Corrales, “La armada de los Austrias”, en: La Real Sociedad Económica de Amigos del País, Universdiad Complutense de Madrid, Valencia, 2001, p.144

[3] Julio Rey Pastor, “La ciencia y la técnica en el descubrimiento de América”, Espasa Calpe Argentina, cap.1

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